Javier Clemente, mejor seleccionador de siempre: reparación histórica.

El Gobierno subsana “injusticias seculares” y nombra a Javier Clemente mejor seleccionador de todos los tiempos. Pedro Sánchez le recibe en La Moncloa y le impone la medalla al Mérito del Repliegue en Autobús.


España por fin reconoce a su gran incomprendido. La Ley de Memoria Histórica ha entrado en el vestuario y ha dictado sentencia: Javier Clemente es el mejor seleccionador de la historia.

Se acabó eso de llamarle resultadista, rácano o “el del balonazo y paso atrás”; ahora es patrimonio nacional.

Y para rubricarlo, Pedro Sánchez le ha recibido en La Moncloa y le ha condecorado con una medalla de oro “por ser nuestro 007; digo, cero-cero y vete”.

Los críticos —esa gente que confunde posesión con jugar bien— jamás entendieron que el fútbol de las trincheras es una filosofía de vida.

Mientras otros se entretenían con florituras, Clemente convirtió el “patapum pa’rriba” en una escuela: a melonazo limpio y que decida la providencia, que es muy sabia.

El clementismo explicado para millennials

  1. El empate heroico como victoria moral: si el rival no marca y tú tampoco, gana quien tenga en su equipo a Zubi.
  2. Once soldados y una misión: el cuero no se pasea. Se evacua.
  3. Las bandas, autopistas del despeje: la salida limpia es para mindundis; aquí se sale fuerte y lejos.
  4. El delantero, central honorífico: el nueve presiona, mete la pierna y si ve la portería… sospecha.

Relectura histórica (con iluminación LED)

Aquel USA '94 que algunos recuerdan por un codo italiano ahora figura como “misticismo del resultado corto”.

La Euro '96 pasa a los anales como un tratado de economía de esfuerzos: 0-0 académico y derrota por penaltis, la forma más elegante de despedirse sin mancharse la estadística.

Y Francia '98, donde España se fue a casa tras golear demasiado tarde, se reinterpreta como acto de rebeldía estadística: “marcar cuando ya no sirve” es arte conceptual.

Discursos en la Moncloa

Sánchez, solemne: “Hoy honramos a quien nos enseñó que quedar eliminados a las primeras de cambio es una lección de vida inestimable”.

Clemente, conciso: “La meta a cero es progreso”. Acto seguido, exigió que cerraran todas las puertas: “Aquí no pasa ni el sereno”.

Manual para nuevos creyentes

Quedan atrás tópicos rancios: que si ultradefensivo, que si antiestético, que si “no lleva a X porque es alérgico al regateo”.

La Memoria Balompédica corrige esas maledicencias. Clemente amaba el talento tanto como el balón: los mandaba los dos a tomar viento.

Y donde otros ven un despeje sin dirección, el BOE ve una diagonal estratégica a la nada que desordena al rival por pura ansiedad existencial.

Hacia nuevas metas

En la rueda de prensa posterior a la ceremonia, Clemente ha celebrado el galardón prometiendo “regresar para poner a España donde se merece: en octavos y sufriendo”.







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